miércoles, 11 de junio de 2014

Te echo de menos y aún no has hecho las maletas para irte

Me adelanto a los acontecimientos,
pero sólo de pensarlo
ya te empiezo a echar de menos.
No puedo esta vez evitarlo.

Supongo que por eso,
entre otras cosas,
tardo esta semana mucho más en dormirme.
Ya son más de las cinco de la mañana
y aquí sigo:
uniendo la oscuridad de la noche
con la primera luz del día siguiente,
que no es la de tus ojos
al girarme en la cama cada mañana.

¡Qué putada!

No sé cómo se atreve a salir el sol
sin verte a ti primero
seguir durmiendo a mi lado.

No dejo de pensarte cada día
entre apuntes,
entre exámenes.
En carretera,en idas y vueltas
en cada semáforo en rojo,
llegando a tu casa
o estando en la mía.
Detrás de la barra del bar
sirviendo con sonrisas
parte de melancolía.
En bibliotecas,
en libros,
en poemas de tantos otros poetas.
En canciones,
entre calles,
en Gran Vía.
También cuando voy dejándome la vista
en el cielo
o en noches tan vacías como ésta
con la luna tan llena.

Te imagino en la estación
maleta y billete de ida en mano,
nervioso
y me vengo abajo de tal forma
que me duele cada hora que paso sin ti
hasta el viernes.
Hasta que llegue el día y la hora de irte,
hasta que la patética voz de información
diga que en cinco minutos
sale tu autobús.

Que se detenga el tiempo
o que se mate
y nos deje en paz
contar con nosotros mismos
tanto como nos dé la gana.
Tanto como queramos querernos.

Déjame un puñado de besos
y sostenme en un abrazo
antes de darte la vuelta
para marcharte.
Sonríe por los dos
aunque yo me quede llorando.
Ya te lo dije: nunca se me han dado bien
las estaciones pero les tengo que plantar cara
alguna vez.
De una puta vez.

No me digas adiós,
que suena como si no fueras a volver
o no me moveré de donde esté
esperando toda la vida que vuelvas.
Esperándote.

Ojalá tenerte esta noche en mi habitación,
en mi cama
-que no es muy grande
pero cabemos apretados los dos-;
entre mis brazos.
No te imaginas ahora las ganas que tengo
de mirarte mientras duermes
después de corrernos y acabar agotados,
colmados y felices.
De escucharte reír
antes de llegar al orgasmo.
De vivirte soñando
mientras sostengo tus sueños
con los ojos abiertos.

Me van a matar los fines de semana,
desde hace tiempo.
Ya deseo que sea lunes,
o domingo
y me digas que ya has pillado el taxi
camino a otra estación.
Que ya estás camino de vuelta.
A verme.

Que llegues tarde,
pero feliz
por muchos motivos.
Que yo te estaré esperando.

Maldito junio y malditos exámenes
que no acaban,
que nos separan
pero nos acercan a nuestros sueños.
Que te llevan a tres-cuatro horas de mí,
a Granada: la ciudad del amor.

Encuéntrate en sus calles,
mándame fotos de lugares donde sueñas llevarme.
Llámame y dime que está preciosa,
que el amor
en esa ciudad
en la que de nuevo respiras
va a hacernos más grandes
cuando nos vea llegar.